viernes, 24 de noviembre de 2017

¿Cuánto cuesta comunicar mal?

328 millones de dólares.



Quizás alguno haya oído hablar de ella. Se llamaba Mars Climate Orbiter (de ahora en adelante MCO). La NASA la envió hacia Marte a finales del siglo pasado con el noble propósito de recoger información sobre la meteorología en el planeta rojo (sí, la NASA, esa agencia de un país al que le importa un carajo que la meteorología de la Tierra se esté destrozando se gastaba 328 millonazos en estudiar la meteorología de Marte... hay cosas que no tienen mucho sentido). La verdad es que no nos enseñó nada de meteorología, pero nos enseñó una cosa muy importante sobre lo importante que es la comunicación. O mejor aún. Nos enseñó cuanto puede llegar a costar comunicar mal.

A la MCO la equiparon con todo lo que se supone que tienen que llevar las sondas espaciales: motor, paneles solares, baterías de energía, antenas de radio para recibir y emitir información y un montón de aparatitos carísimos que tenían que hacer un montón de mediciones. También la equiparon con un ordenador para procesar la información que se mandaba desde la Tierra y regular el encendido y el apagado de los motores. Hasta aquí, nada extraño.

Lo extraño pasó cuando la nave ya estaba allí arriba. A medida que los ingenieros desde Tierra le iban mandando informaciones de navegación, la sonda, en lugar de ir hacia dónde era esperable, se desviaba de la trayectoria fijada. A cada nuevo mensaje desde Tierra para corregir posición, la sonda cambiaba trayectoria, pero nunca acababa donde los ingenieros querían. Estaba claro que algo no funcionaba. Houston, tenemos un problema...

Efectivamente había un problema. El ordenador de la nave hablaba un idioma, (el sistema métrico decimal), y los ingenieros de tierra otro completamente diferente (el sistema anglosajón). Así que cuando Mike, o John, o Katherine le decían a la sonda que se moviese a 10 libras/segundo, la MCO se movía, sí, pero a 10 Newton/segundo. ¿El resultado? Cuando la sonda llegó a Marte estaba demasiado cerca de su atmósfera y se convirtió en una brillante estrella fugaz de 328 millones de dólares... solamente la NASA y algunos políticos españoles consiguen hacer desaparecer esa cantidad de dinero tan rapidamente.

Pues eso es lo que pasa a veces con nuestros pacientes. Que les decimos la información correcta. Pero con las unidades equivocadas. Y al final nos estrellamos con ellos. Y la salud vale mucho más que cualquier sonda espacial.

El gran error de la NASA en esa misión no fue incluir un ordenador a bordo que solo operase en sistema métrico decimal. El gran error fue ser conscientes de que el comportamiento de la sonda después de cada instrucción no era el esperado y no cambiar entonces. El gran error con nuestros pacientes es pensar que cuando decimos una cosa la van a entender perfectamente tal y como la hemos dicho. El gran error es pensar que lo que entendemos es exactamente lo que el paciente ha dicho. 

El gran error de la comunicación no es equivocarse. Nos vamos a equivocar continuamente. Vamos a decir cosas erróneas y vamos a entender mal otras. El gran error de la comunicación es no ser conscientes de que la comunicación está llena de posibles errores. El gran error de la comunicación con nuestros pacientes es no prestarles atención. O peor aún, darnos cuentas de ellos, y seguir actuando y seguir hablando de la misma manera. Háganle caso a la NASA, comunicar bien cuesta muy poco, comunicar mal cuesta demasiado.

Muchas gracias y buena lectura.